Por Nairovin
Ojeda Durán y Juan Manuel Alvarez Tur
El
tema que suscita las siguientes líneas ha vivido enraizado en el
habitante del Occidente del país durante muchos años. Como el tema
del prejuicio racial parece ser parte del subconsciente del no negro
al nacer, del mismo modo parece estar imbricado en el pensamiento del
Occidental lo relativo a la fobia hacia quienes emigran desde el
Oriente del país. En ocasiones se manifiesta a través de una burla
que aparentemente desea quedar en solo eso, una simple burla, pero
que (por si no lo saben nuestros hermanos de Occidente) muchos
Orientales sentimos y vivimos con cierta profundidad subjetiva. El
tema va y viene, constantemente son perceptibles puntuales
manifestaciones de animadversión hacia el Oriental pero, una carta publicada el pasado 23 de marzo por el periódico Granma suscrita por
J. Pozo Álvarez refiriéndose
a las migraciones internas no controladas causó que nos diéramos a
la tarea de explayar las aristas cuyo tratamiento se eludió en dicha
misiva. En líneas muy profesionales, Pozo Álvarez irradió un
mensaje subliminal que dejó en muchos lectores cierto sentimiento de
rechazo tras sentir cómo se simplifica y caracteriza sin atender
todos los entresijos y matices de la temática la realidad que como
aureola rodea a los Orientales.
En
nuestra opinión, sabemos que es preocupante el tema de las
migraciones internas descontroladas, respetando el criterio del
emisor de la carta, cada cual interpreta las cosas como puede, pero
lo que si no debemos es propiciar el subjetivismo en materias
neurálgicas en el ideario cubano, ni promover sentimientos
discriminatorios entre cubanos.
Es
hora de frenar esa tendencia. Para ello es necesaria la confluencia
de diversos factores que conforman la educación y un mejor
encauzamiento y control de lo que se transmite en un medio tan
importante como la televisión. Todos somos cubanos, con los mismos
derechos otorgados por un proyecto social que no es excluyente ni
discrimina en su esencia. Las migraciones humanas están íntimamente
relacionadas con el nivel de desarrollo que se aspira alcanzar, tanto
en la región a la que se desea arribar, como en el territorio que ha
sido “víctima” del éxodo. Las necesidades profesionales y otras
humanas que no vamos a mencionar, en muchos casos, son las causas de
las grandes oleadas migratorias, no solo en Cuba, sino en muchas
naciones. Todo por el mejoramiento de la calidad de vida. No se ha
logrado un desarrollo armónico en las distintas esferas sociales que
promueva una adecuada calidad de vida en todas las regiones del país.
Una región tan sufrida y sacrificada como la Oriental durante el
proceso de liberación nacional merece más. Sin embargo, en estos
tiempos de tanto apego a las “realidades objetivas”, queda
distante una estrategia que favorezca un mayor balance entre
regiones, la cual pudo quedar recogida dentro de los lineamientos que
rigen hoy la política económica del país.
Queremos
aprovechar el contexto para explayar lo concerniente a la burla que
de modo gradual y ascendente se entroniza hacia los Orientales. Es
una manifestación puntual que desciende de la discriminación (otra
manifestación, quizás menos exacerbada en la actualidad pero no
ausente ni de medición irrisoria, es la ofensa) como concepción
cultural, esta manifestación hacia los Orientales va ganando mucho
espacio y los medios nacionales de comunicación como la Televisión
han “ayudado” a exacerbar esa burla que nace natural desde el
occidental, pero que resulta lesiva y vulgar para algunos “habitantes
del este”, tan cubanos como el habanero, entonces, ¿es justo y
leal practicarla? ¿Alguien le ha preguntado a un Oriental si le
causan risa los chistes que lo vulgarizan? Las expresiones de
discriminación hacia cualquier cubano deben ser objeto de un
profundo análisis.
El
hecho televisivo más actual y chocante relativo al tema lo
constituyó la telenovela “Bajo el mismo Sol”, que mostraba en
una de sus tramas a la excelente actriz Alina Rodríguez
interpretando a una madre Oriental. No criticamos el hecho de
interpretar a una mujer del Oriente cubano, sino la sobreactuación
notable en la puesta en escena, ¿por qué la búsqueda tan obcecada
de la exacta “entonación” del Oriental al hablar? La actriz no
tiene culpa, si el realizador, así como los que deciden qué se
transmite y qué no en un medio tan generador de emociones y
sensaciones diversas que pueden desembocar en animadversiones como la
televisión. Sabemos que el Oriental es todo aquel que vive en unas
de las provincias comprendidas desde Camagüey hasta Guantánamo, que
tienen rasgos comunes pero diferencias también como por ejemplo en
el habla. Todos los habitantes de estos lugares no presentan el mismo
acento ni costumbres a pesar de las igualdades. Queremos resaltar a
su vez la “inocencia” en la que vive el Oriental, que muchas
veces no capta la burla de la que es objeto.
Creemos
que ya es hora de que cada provincia sea un reflejo de la otra, donde
cada persona sea vista de la misma manera como cubano y posea las
mismas posibilidades en cualesquiera de estas, respetando sus
particularidades. Cada terruño de este país tiene su propia
identidad, historia, personajes y sitios que le otorgan un sello
distintivo, pero que tributan a eso que llamamos idiosincrasia
criolla o cubana. Todos formamos parte de una nación.
Recordemos
algo, en Cuba siempre ha existido una sola Revolución, la iniciada
por Céspedes desde el Oriente Cubano hasta la que vivimos hoy, solo
con la diferencia que al inicio su contexto histórico era otro. Si
discriminamos al Oriental estaríamos renunciando en
alguna medida a ese legado heredado de nuestros próceres, a nuestra
historia e incluso a nuestra propia nacionalidad y eso si es grave
para cualquier nación. Continuar disgregando la nación entre
“habaneros”, “occidentales” y “orientales”, así como la
exaltación de los patrones capitalinos de vida suplantando los que
existen en el resto del país, a largo plazo tendrá consecuencias
desagradables en el pensamiento de cada “parte”. Continuar
visualizando al Oriental en La Habana como un problema a resolver
desde la influencia negativa (que no es incierto que se presenta,
pero tampoco en el grado de prioridad que el compañero Pozo refiere)
que ejerce y no desde su adecuación y acogimiento buscando una
sinergia positiva es un error.
No es nuestra intención diseccionar la forma de ser y actuar del "habanero autóctono", buscando más divisionismo entre nosotros mismos, solo nos gustaría apuntar que tan delincuente puede ser el habanero como el santiaguero.
Los
prototipos consentidos de discriminación hacia los Orientales
deberían desaparecer. Si un "Oriental" va descarrilado
por "su" (¿no se decía que era de todos?) Habana y Ud. es un paradigma de las concepciones impolutas de
vida, busque encauzarlo y favorecer en él una dignidad humana
superior a la que su “marginal” origen le condenó.
Nota de los autores: Al parecer, Pozo Alvarez recibió críticas de muchos que como nosotros, quizás, malinterpretamos su mensaje. En una nueva carta (que quizás debió ser la primera y única) ha explayado con mejor tino el "problema" referente a las migraciones internas. Nos complace referir al respecto que pensamos que cuando un criterio o interpretación se generaliza y causa sensaciones distintas a las que el autor buscaba generar, quizás este último no se supo (¿o no quiso?) expresar con la claridad requerida.
El artículo está genial ...es una realidad que los orientales somos tratados y juzgados de una forma que no es la correcta para personas que comparten un denominador común con todos los habitantes del país (el ser cubano) no importa si se dice pocque o polque o porrrrrrrrque ya veremos la diferencia cuando los que hablen sean los corazones y el valor a los sentimientos...
ResponderEliminarExcelente nota de un tema tan añejo como la propia cubanía. Antes de profundizar con mi opinión primero quisiera decir que soy habanero nacido y crecido. Nos podemos remontar a nuestros inicios de las luchas por independencia cuando el Padre de la Patria decidió que nuestra tierra es más grande que colores de piel, clases sociales y diferentes culturas. Liberó a sus esclavos y marcharon a la lucha todos de la mano. Años después fue la antítesis de este sentir el que dio al traste con lo que Céspedes soñó. Regionalismo, falta de unidad, división entre las tropas fueron algunas de las causas que escribía punto a punto en mi libreta de historia preguntándome como Vicente García, o un camagüeyano, o un villaclareño o cualquiera anteponía intereses propios a la Patria. Siglos han pasado y no aprendemos señores. Yo crecí viviendo las arremetidas de la cultura capitalina hacia el oriental, grandes amigos provenientes de aquellas tierras llegaron a tal punto que disimulaban su acento de una manera casi profesional, la burla al oriental era tema de todos los días y ver policías “cargando” personas por no tener dirección de La Habana se convirtió en costumbre. Será que eso de “Bienvenido a La Habana: La capital de todos los cubanos” es solo una propaganda para los turistas? Políticas, lineamientos no interesan cualquier cubano tiene el derecho de residir en la provincia que entienda motivos más grandes que ellos lo obligan. Tuve la oportunidad de compartir con colegas de vocacionales de Granma y Santiago en una oportunidad y aunque quedaban impresionados por todas las luces y la pompa que rodeaba la capital no cambiaban su tierra por nada. No he visto la novela de la que hacen referencia pero sí me imagino la línea que sigue esta gran actriz. Me imagino una “guajira recalcitrante, de acento marcado y machete en mano como medio de negociación” este tipo de representaciones atentan contra el cubano en sí. Este tipo de burlas no nos aporta nada. Ni siquiera para el mismo habanero es graciosa. Nuestros hermanos orientales son fieles veladores de la cultura cubana, han participado tanto o más que el habanero en su construcción. En La Habana se vive una Cuba antagónica, una Cuba virtual en la que modas americanas se conjugan con la guapería. Una Habana donde se escucha más artistas internacionales que salsa, una Habana alejada de La Habana, quizás por el mismo deseo de estar más cerca de “la moda” que rige países completamente diferentes a nosotros. Chistes, artículos y represiones como estás flagelan a cada cubano indirectamente, reprimir a los orientales es reprimirnos a nosotros mismos. Ponernos una guayabera, bailar un buen punto cubano y dedicarnos a recordar nuestra idiosincrasia no solo debe hacerse el 17 de mayo!
ResponderEliminarLos "Orientales" o "Palestinos" se han convertido en extranjeros en su propio país, auqnue casi todo comenzó a raíz de las mismas leyes del estado para intentar la emigración hacia la Capital... emigración que ocurre en casi todos los países del mundo, el movimiento hacia las grandes metropolis o capitales buscando mejores condiciones de vida.
ResponderEliminarPara el habanero, el Oriental es ladrón, mala persona, vaya, lo peor en ser humano... he visto cosas tan sencillas como padres que no aceptan a los(las) novi@s de su hij@s porque son del Oriente del país, sin concerlos, sin saber que en la mayoría de las ocasiones ese "Palestino" la va a tratar mucho mejor que lo que lo haría un Habanero.
Otra arista importante en este problema es la que expone el autor del blog, donde los medios de televisión se encargan de mostrar a los Orientales como personas tontas, de bajo nivel cultural, de baja calidad como persona... incluso existen casos elocuentes, humoristas varios(El Primo, El Cabo Pantera) que han hecho audiencia a base de críticas y burlas sobre sus provincias de nacimiento.
Importante lo que reseña el amigo Luis Carlos. El oriental burlándose de su origen. Es sencillamente aberrante. Luis, solo un dato, no es "el autor", sino los autores ... Gracias a los otros dos amigos que comentaron.
ResponderEliminarYo pude leer ese artículo y creo que lo escribió así con toda la mala intención del mundo. Una frase de su carta "....Representan lo más despreciable de una sociedad....". En ese momento hubiese querido tener en frente al que escribió eso. Pero el mayor culpable es el Granma por publicarla, para algunas cosas toma la postura del silencio y para otras.... por eso no leeré más ese periódico.
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