martes, 27 de noviembre de 2012

Cuba: visiones de civismo, cultura política y democracia.

Cuba por dentro.
En algunos espacios he defendido la siguiente tesis: las estructuras políticas, estatales y gubernamentales, acuciadas quizás por los duros condicionamientos a los que se vio sometida Cuba tras la debacle de los regímenes socialistas de Europa Oriental, a cuyo destino se ligaba el desarrollo económico (la supeditación política había sufrido afortunadamente retrocesos importantes, aunque no del todo efectivos) del país, perdieron de vista el trabajo político. Me refiero al trabajo político serio, profundo, sincero, encaminado a cambiar a las personas promoviendo su participación consciente en la construcción de la nueva sociedad, no al adocenado que en lugar de formar conciencia y asentar la ideología socialista, ha devenido en deformador y peligroso boomerang.

El dogmatismo ramplón, censor, bandera del trabajo político-ideológico estandarizado, ha generado una población que se aleja cada vez más del discurso político acuñado después de 1959, con aires de gran relato y utopía. Además, cuando por mandato oficial se convoca a la masa a debatir algún proceso de la sociedad, o su concepción en general, los planteamientos (si el espacio no coarta directa o indirectamente la libertad de expresión) son subversivos para con las estructuras de gobierno. Sin embargo, pareciera que no se desea revertir la situación (oídos sordos, voltear la espalda y a silbar alegremente), lo que acelera una cuenta regresiva que la ola pragmática, técnica y reformista contribuye a esconder. Se reforman los reglamentos de la sociedad, sin atender la ideología, los sentimientos. Importa cada vez menos el impedir el surgimiento de diferencias en el acceso a ciertos espacios de la sociedad, por demás injustas de acuerdo al nivel de compromiso con los principios de la Revolución de los nuevos excluidos. No es tiempo de frases trilladas, pero tampoco apropiado para desatender la concienciación de las masas y sus subjetividades. Nuestra gente se ha tornado cada día más incapaz para emocionarse y sobreponerse a las condiciones de existencia revolucionando su cultura en pos de construir una sociedad realmente trascendente. Como explica el profesor Fernando Martínez Heredia, es la era de la “carnavalización”, “trivialización” y “conservatización” de la vida social.
El Estado enemigo
De manera subyacente, lejos de la circulación “oficial” de pensamientos y expresiones del pueblo, la valoración de la gestión estatal no es positiva en gran parte de la población. Tampoco la gubernamental. La transparencia se ha ausentado, sin que ello sea al final una muestra de una gestión con todos sus puntos merecedores de vituperio. El Estado no ha sido del todo permeable a la participación popular en la generación de iniciativas legislativas y el control de los procesos. Tampoco existen mecanismos que sometan a juicio popular las estructuras de gobierno fuera de la Asamblea Nacional, que no cumple con su papel, convertida en un espacio de legitimación y no de control y expresión del pueblo. En materia democrática, se dicta, luego se escucha.
Sin embargo más allá de estas insuficiencias y desviaciones, el Estado ha mantenido incólume su papel en la salvaguarda de las conquistas sociales de la Revolución Cubana, algo poco ponderado. Ha generado gran parte del pueblo cubano una especie de obnubilación que le impide visualizar aquellos espacios donde el Estado es parte activa en el auxilio popular.
Fomentar la participación popular es vital para encaramar a los cubanos en una misma ola junto a su Estado. Que sienta realmente el impacto de sus designios, aspiraciones y sugerencias en el devenir de su nación. Es necesario pensar definitivamente (plasmando, legislando) entre todos la democracia cubana, encumbrar un modelo distinto, realmente liberador, que trascienda y se irradie por su fuerza teórica, moral y su ejemplar praxis. Sería nuestro próximo aporte, quizás el más importante de hacerse efectivo, a la gran batalla mundial por la búsqueda de un modelo en el que todos seamos tratados como seres humanos, sin exclusiones, prevalezca el sentido común por encima del individual y los derechos rotulados como inalienables estén al acceso de todos. Aboguemos siendo ejemplo por “reformatear” la sociedad actual. La presencia de Goliat es un lastre, pero en ocasiones se le da un valor que esconde cierta desconfianza en la conciencia política popular, desconfianza atinada según lo planteado hasta el momento mas, ¿dónde está el ataque a las causas que promovieron el retroceso del saber político de los cubanos?
Un objetivo así es notablemente complejo de alcanzar en el contexto actual. Pero se hace mucho más difícil en la medida que aplazamos las tareas que servirían para cumplimentarlo.
Explayar el presente mirando al pasado.
Los objetivos propuestos por los teóricos iniciales de la Revolución (“oficiales” o no) y el socialismo a desplegar mostraban una profundidad asombrosa. Hoy la teoría inicial está en crisis en algunos preceptos por considerarse insostenible, no sujeta a implementación alguna en el siglo XXI cubano… Tras estos falaces argumentos se esconde la razón fundamental, a mi juicio, del fracaso de su puesta en práctica: la incapacidad de sus dos garantes, el pueblo y el poder, para desplegarla con efectividad. El poder ha contribuido desde la gestión, como reflejábamos con anterioridad, pero también desde la no gestión de algunos escenarios, como sucede en la actualidad con la “trazabilidad” del estado político, cultural e ideológico de la sociedad.
Fernando Martínez Heredia explicaba en enero de 1993 los basamentos en los que descansaba el proyecto de la Revolución Cubana: “… anticapitalista, antimperialista y de liberación nacional, basada en la coordinación internacional de los revolucionarios y el internacionalismo primando sobre la razón de Estado; procesos de gran cambio cultural continuado de las personas, de exaltación de las posibilidades de la acción consciente y organizada cada vez más masiva para ser liberadora y creadora de socialismo, en los que la actividad revolucionaria sistemática sería capaz de subvertir las llamadas ‘condiciones objetivas’. Decíamos que la revolución, como revolución contra el capitalismo y de liberación nacional a la vez, era posible y era factible; que el poder revolucionario como cambios sistémicos de las personas, como sucesivas revoluciones de la revolución, como creación cultural ajena y opuesta al capitalismo, era posible. El triunfo de los vínculos de solidaridad, el fin de todas las relaciones de dominio de unas personas sobre otras y no solo de la explotación del hombre por el hombre era el objetivo de la lucha y del poder socialista”.
Los abandonos son notables. El anticapitalismo ha sufrido retrocesos en el ideario popular. Ningún estudio oficial será tan serio como para reflejarlo, pero cuando uno bebe del manantial que brota de la realidad de muchos cubanos, sobre todo jóvenes, puede percatarse de la afirmación anterior. Del mismo modo sucede con el antimperialismo, que ha caído (por errores en su adecuación teórica a la actualidad y otras condiciones propicias sin contrapeso) en el saco donde el pueblo ha vaciado todos aquellos argumentos que le saben a retórica de antaño.
El proceso de continuos cambios culturales en las personas que demanda la transición socialista es hoy el eslabón perdido, lo más necesario. Ese proceso que se proponga reivindicar la supremacía del factor subjetivo en nuestro actuar, que ayude a evitar el éxodo de los profesionales cubanos a sectores y prácticas no acordes con la profesión estudiada, arrastrados y vencidos por el pragmatismo destructor de sueños al que remiten las duras realidades que arrostramos. A su vez dicho proceso debe contener el marco ideológico para revitalizar el anticapitalismo y el antimperialismo desde ópticas más consensuadas, sin desmerecer y obviar progresos y aspectos positivos en el caso del capitalismo, algo que intentó la joven intelectualidad cubana que emergió tras el triunfo revolucionario en 1959 y que fue tronchado con el advenimiento del Quinquenio Gris. El antimperialismo, por otra parte, no puede ser un batiburrillo de frases hechas. Un proceso que incite a pensar lo existente y lo que debiera ser, porque “pensar es un ejercicio indispensable” (Fernando Martínez Heredia).
La atadura a las condiciones objetivas, es un límite autoimpuesto, nocivo, que enclaustra. Es abrazar la derrota en el discurso teórico (ergo, en la práctica) apenas en el exordio, una expresión manifiesta de incapacidad, valor y prestancia para lograr objetivos mayestáticos o perecer en el empeño. Tendencia propia del reformismo actual, abocado al pragmatismo económico.
Sin eludir la importancia del factor económico, creo que el pueblo cubano está más necesitado de filosofía, lectura (sus ausencias son afluentes para el triunfo del dogmatismo, el burocratismo, el determinismo abocado a lo negativo y otras prácticas nocivas que perviven en la actualidad), para comenzar a sembrar en su erial intelectual, mucho más pernicioso que el material.
Vivimos un momento neurálgico, cercano a cierto punto de no retorno en cuanto al establecimiento de una mentalidad pragmática, capitalista, individualista en los cubanos. Cambian las concepciones de lo permisible desde el plano ético, la deformación cultural e ideológica es tan aberrante como poderosa, argumentada y defendida por los actores de la sociedad actual, sobre todo las juventudes.
Sin una visión humanista, sinceramente implicada con la construcción del socialismo, no habrá una dirección consciente de la economía. Debemos lograr que se dirija bien y se trabaje bien sin que el incentivo económico sea la única medicina, sino también la emoción, la voluntad, el espíritu (perdido) de trascender como individuos desde el aporte a la sociedad en su conjunto.
La revolución cultural que de manera acuciante demando en nombre de aquellos que se mantienen firmes en el empeño de lograr la estructuración de un modelo social en el que imperen los vínculos de solidaridad, el todos trabajando para todos, debe ser complementada con el Estado permeable, que permita el gobierno de todos según la expresión de la mayoría ciudadana en el abrazo a una u otra variable, uno u otro camino.
Se necesita aunar voluntades en el empeño, y con premura. Promover la liberación en las personas y que dicha cota se haga efectiva en la praxis diaria. Y hacerlo (porque no se avizora compromiso oficial con este hándicap) incluso fuera de los espacios de circulación oficial del trabajo político, como entes comprometidos, sinceros, posicionados y llenos de convicción. Cosechar una cultura política que se aparte del lacerante conformismo, la inacción y el proceso de cambios en la estructura jerárquica de los valores (como prefiere llamar un amigo a la crisis de valores).
El ser revolucionario, según Fernando Martínez Heredia.
¿Quién legitima si se es o no revolucionario? ¿Qué es ser revolucionario? La legitimación está a mi modesto entender en la práctica del individuo durante toda su vida. Y sobre todo eso, la práctica. El sometimiento inclaudicable a su discurso.
El marco teórico lo tomo de Martínez Heredia quien, a mi juicio, ha creado un universo intelectual muy suyo, autóctono, que no sería descabellado comenzar a nombrar algún día como el “heredismo”, u otro término genérico, impactando en todos los que le leemos y tenemos en él un referente, una guía de pensamiento que debemos definitivamente llevarla a la práctica: “Yo creo que es honesto el que, en las condiciones en que se encuentre, resulta capaz de plantearse cómo actuar sin aplastar o explotar a nadie y sin traicionar sus convicciones generales. Si se trata de una persona que cree, como es mi caso, que el mundo del lucro, el egoísmo y el individualismo debe ser acabado, y se da cuenta que no puede ser acabado solo con acciones bruscas, momentáneas, que no se acabará nunca si no se trabaja diariamente por cambiarlo y de tal manera que ese cambio tienda a ser eficaz y permanente, entonces creo que es revolucionario aquel que se mantiene en los principios de cambiar profundamente el mundo eliminando el capitalismo y creando un mundo socialista, y trabaja diariamente en ese sentido. Se puede pretender menos, o pretender lo mismo de otro modo, naturalmente; yo aprecio mucho a toda persona honesta que está a favor de cambios sociales que favorezcan a las mayorías expoliadas, marginadas y oprimidas. Lo aprecio más aún si lucha y consigue que su actuación tienda a maneras prácticas de aportar algo, y esto quiere decir también no solo aportar algo individualmente sino como miembro de cuerpos sociales mayores, que agrupan a muchas personas”.
Continúa iluminando Fernando: “Para los que participamos en la experiencia cubana, ser revolucionario hoy presenta cuestiones claras y otras muy complejas. Mantener en pie esta sociedad libre y socialista es un claro deber con nosotros mismos y con los que tienen esperanza y los que luchan; toda otra opción es suicida para el país. Cómo lograrlo, cómo no perder el rumbo por el camino, cómo renovar y profundizar el socialismo para evitar que perezca, son cuestiones muy complejas... Solo allegando fuerzas propias crecientes, la de la gente más organizada y cada vez más liberada, podrá vencerse el capitalismo y crearse el mundo nuevo. Esto significa poder para luchar y poder para el proyecto, y significa libertad como control del poder y cada vez más como contenido mismo del poder. El revolucionario va a tener que vivir de modo realista con su circunstancia sin plegarse a ella, y tiene que luchar por el proyecto, por la utopía socialista, sin que el apego a esta le impida ser eficaz... Es sumamente difícil ser revolucionario. No quiero ocultar que es casi más difícil ser revolucionario que cualquier otra cosa. Creo, sin embargo, que el ser humano ha tenido éxitos y no solo fracasos al plantearse cosas que parecían extraordinariamente superiores a sus posibilidades. Esto... vale más que los testimonios de que las ‘cosas van como no queda más remedio que vayan’, de que ‘solo lo posible es posible’, de que ‘ya no hay más historia’ o cualquiera de las formas en que se trata de hacer que nos acostumbremos a la dominación...”.
Como señalaba el investigador Julio César Guanche en una edición reciente de Último Jueves de la Revista Temas, “muchas personas pueden sentir aprehensión en cuanto a qué va a pasar en Cuba con ‘tanta democracia’..., temen el descontrol, la desestabilización y algunos podrán pensar que hay ingenuidad en todo esto. Yo creo, por el contrario, que se trata de un reconocimiento de madurez: la única manera de defender el socialismo es profundizar la democracia.”
La Habana, 26 de Noviembre de 2012.
Fuentes consultadas:
- Entrevista realizada en La Habana el 19 de enero de 1993 a Fernando Martínez Heredia por el entonces estudiante argentino de Filosofía Néstor Kohan. Publicada en Dialéktica. Producción intelectual estudiantil núm 3 y 4, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, octubre de 1993.
- http://www.lajiribilla.cu/articulo/entre-retornos-aspiraciones

6 comentarios:

  1. ..."las estructuras políticas, estatales y gubernamentales, perdieron de vista el trabajo político"....una verdad tan grande como esta isla...en mi experiencia diaria siempre he señalado que no es posible tratar de hacer trabajo político ideológico con una realidad tan distorsionada, solo un ejemplo, ¿cómo hacer entender a un pionero de secundaría que el trabajo honrado es una vía legítima para defender la revolución, y al mismo tiempo el está conviviendo a diario con multiples ejemplos de personas que no trabajan, incluso lucran al margen de la ley y sin embargo tienen más nivel de vida que su padre ingeniero?...estas son cuentas que hay que saldar si queremos seguir teniendo Revolución, y saldarlas CON PRISA Y SIN PAUSA.

    ResponderEliminar
  2. Está muy muy bueno el artículo, brutal, awesome, superb, magnificent…. Y sobre todo enfatiza las bases del pensamiento humano por encima de cualquier pensamiento filosófico o cultura política, recorriéndolo desde cualquier sector (el más prosaico) hacia cualquier sector (el de más alcurnia). Pero también es relevante que queda vehementemente expresada esa “utopía socialista”, que el pueblo cubano -producto de ella- ha sido expuesto al cansancio de carácter perpetuo al ver que ni su situación, ni la de sus coterráneos (por no decir hasta seres “desconocidos”), resultará zanjar al menos de manera ventajosa para sentirse afín (para no soñar con eficacias múltiples). A partir de esto, creo que sin hacer cambios tan bruscos, como se expresa en el artículo, la solución no es netamente política-ideológica, sino más bien práctica…el pueblo(en todas sus edades) ya no cree en lo que le hicieron ver, y no es precisamente por falta de lectura, sino por falta de ejemplaridad de esa lectura..



    Algunos, deciden combatirla, desde el punto de vista que le confiere su personalidad, como Juan, el autor de este artículo, que hace un llamado hacia la conciencia de lo que entiende en su mundo como una sociedad perfectible; otros menos vislumbrados o deterministas y a su vez pesimistas o desgastados, creen que no lleva solución e intentan acaudalarse a su modo y de esa forma subsistir a nuestro consorcio nacional; existen otros que ya están cansados de esas llamadas “frases trilladas”, pero que a su vez no les interesa únicamente un fin personal, sino un fin común.. como nos propone Heredia (el cual aprecia a esas personas) viniendo desde donde vengan.



    "Yo aprecio mucho a toda persona honesta que está a favor de cambios sociales que favorezcan a las mayorías expoliadas, marginadas y oprimidas. Lo aprecio más aún si lucha y consigue que su actuación tienda a maneras prácticas de aportar algo, y esto quiere decir también no solo aportar algo individualmente sino como miembro de cuerpos sociales mayores, que agrupan a muchas personas”.



    Desde ese subconjunto yo soy de los que estoy exhausto de exponer teoremas de un margen común beneficiario, en los que las altas masas mandatarias terminen “volteando la espalda y silbando alegremente”, entonces IMPONGO la atención, aunque lleve ataques subversivos o no, esa es mi idiosincrasia, o la que encontré ante la desatención cuando trato de inculcar esa “sociedad utópica”.

    FELICIDADES JUANZÓN....por el artículo, así como felicidades por tomar la parte más profunda de las palabras de Heredia y llevarla a una Web tuya.

    ResponderEliminar
  3. Es un articulo explicativo, creo que profundo en algunas cosas, pero me hubiera gustado mucho que tomaras posicion. No creo en las cosas absolutas pero hay que ser mas decididos o quizas un poco mas atrevidos y criticos.. Solo te contentas con explicar y reseñar, que hace falta ? que esta mal ? Porque queremos ser revolucionarios ? Ser o No revolucionario es solo una palabra que aqui en nuestro pais Cuba le dieron el significado que le dio la gana, yo conozco a revolucionarios que no estan a favor de la "Revolucion".. entonces que quieres tu ? como te defines tu ? Aunque no lo seas con quien te identificas tu ? ganate los enemigos o los amigos bien ganados, pero en esto de las ideologias no creo que hayan buenos diplomaticos .....

    ResponderEliminar
  4. @lareevolucion Creo que leíste con cierto prejuicio. ¿Cómo es posible que no veas cuál es mi posición? Tampoco hubo absolutismos. El post está lleno de reivindicaciones al no absolutismo, de mi parte y luego tomando el pensamiento de Martínez Heredia. Cuando le cito es porque me identifico con su pensamiento. Así como cuando cito a Guanche y redirecciono al que desee profundizar en serio al debate de la Revista Temas, muy rico. Dejé mis insatisfacciones, y lo que creo que se necesita. De manera explícita. Lo que nos mata es la cobardía para actuar como revolucionarios (de ahí la exaltación por mi parte de la capacidad como el problema principal de toda esta historia). Para que no se supedite todo a las "realidades objetivas". Fomentar una cultura del "para todos" y no del "individualismo", del sentir común, el actuar común, en la búsqueda de una sociedad más "bonita", donde nadie (identificado con el proceso constructivo) se queda detrás... Y exigir transparencia en el ejercicio gubernamental, que no demande el legislador o el ejecutivo aquello de lo que él mismo se distancia...

    ResponderEliminar
  5. A ver como te explico, tu articulo es interesante, enteramente y si, tengo prejuicios y soy desconfiado porque soy un ser humano el cual basa su carácter y su pensamiento en la experiencia de vida, somos prejuiciosos todos los seres humanos del planeta.
    Ahora, partiendo de lo anterior, quién es la persona calificada para dar titulos de revolucionarios, ya que tú lo eres, pero quizás en Colombia fueras de las FARC, y no estoy muy convencido de estés de acuerdo con todo lo que ellos han hecho(digo todo porque sus fechorías van mas allá de lo que ponen en el serial de Pablo Escobar). Entonces, ser revolucionario no define en lo mas minimo si es para bien o para mal, más que demostrado esta en Cuba.

    Lo segundo que mencionas en tu respuesta es "Fomentar una cultura del "para todos" y no del "individualismo", del sentir común, el actuar común, en la búsqueda de una sociedad más "bonita", donde nadie se quede detras". La revolucion del 59 tenia como objetivo lo que planteas sin embargo, el actuar para todos trajo consigo mas tarde la eliminación de las principales libertades personales, eso no creo que haga falta discutir punto por punto, los conocemos todos aun con sus diferentes aristas. Lo mismo sucedió en Rusia, lo mismo sucedía en China antes de que muriera Mao. Todo comienza como una bonita idea que da al traste con el enraizamiento de las personas que piensan que saben mas que los demás y que por esta razon todos deben hacer lo que ellos piensan. Me considero Socialista, pero estoy convencido de que el accionar individual conduce también a una cultura, hay muchos
    eufemismos y conceptos que establecen las personas sobre cosas que
    nunca nadie ha visto, ejemplo el Comunismo, y cuentan los que han
    vivido y estado en muchos lugares, que en los países Nórdicos estan
    mas cerca del Comunismo de lo que lo ha estado cualquiera. dígase
    Swecia, Suiza, Dinamarga, Noruega, Finlandia etc etc. Lo de la trasparencia gubernamental, jejejej porque crees que en las universidades empezaron las revueltas antes del 59, por las mismas razones que planteas, no hay transparencia gubernamental, 60 años mas tarde esos mismos muchachos que empezaron la revuelta, son menos transparentes que las aguas del Almendares.

    En conclusiones, no veo diferencia entre lo que planteas y los ideales por los que se empezó la supuesta revolución del 59, cual es la diferencia, que el resultado de la del 59 ya lo conozco en carne y hueso.

    Entonces yerra pero consuela ... como dijo José Martí al hablar sobre
    el manuscrito de Herbert Spencer. Mira, el dia que se pierden las libertades individuales, ese dia se ha perdido todo, puedes estar
    convencido de eso, nada lo justifica, quizás me he alejado un poco del
    tema, pero es solo para demostrar que las explicaciones no bastan, las palabras no son suficientes y predicar en tierra de salvajes ;) . Marx
    nunca dijo que el socialismo seria así como lo tenemos, sino, tendrías
    que ver el universidad para todos de las mañanas sobre el pensamiento
    de Marx y Engels. O pudieras leer el manuscrito de Herbert Spencer
    sobre el Socialismo, y mejor aún leer el que escribió Martí sobre este
    mismo artículo.

    Espero que recibas mi respuesta con las faltas de ortografía que
    tengo y con agrado, de la misma forma que yo leí y recibí el tuyo, me
    alegra que existan ideólogos aún de la esperanza, aunque sea contraria
    a mi pensamiento.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Voy por partes. Nadie, absolutamente nadie está calificado para dar títulos de "revolucionario", porque quienes generalmente se han dado a la tarea oficial o de manera subrepticia de darlos realmente funcionan como "bomberos" y "apagarevoluciones". Partimos de ahí. El ser revolucionario en el sentido etimológico va ligado al ser que cambia, generalmente de forma violenta, el estado reciente de alguna relación social, o política en el sentido macro, a mi juicio, el serlo es también una manera de afrontar la vida en todas sus facetas.

      Es obvio, que el serlo no define si es para bien o para mal. Yo especifiqué una guía teórica de un intelectual para "medir" a un revolucionario, no necesariamente cubano, y yo me adhiero a ese concepto, lo que no quiere decir específicamente que sea el único modo. Un intelectual orgánico del capitalismo quizás haya dado su concepto diciendo que "es revolucionario todo aquel que se esfuerza por combatir el comunismo donde quiera que se manifiesta, de manera violenta si lo requiere y busca el encumbramiento de dicho modelo", por ejemplo. Fernando ha dicho que es necesario respetar la opinión del otro, incluso el error del otro.

      Yo explicité la incapacidad del poder, que se ha "comido" en gran parte el proyecto, en lugar de velar siempre por estar a su servicio, y gobernar obedeciendo. Yo no creo tanto en esa eliminación de libertades, porque no todos han visto eliminadas esas libertades, o han dejado, en todo caso, que se las eliminen. Lo que nos mata, como te decía, es la cobardía y la autocensura, la autoaniquilación de nuestro ejercicio práctico en el devenir de la nación, la falta de exigencia. Mira mucho de lo dicho por intelectuales cubanos EN CUBA (o sea, en la caliente), y que no circula en el mercado subterráneo ni nada por el estilo, sino que puedes encontrar lo generado por ellos en cualquier librería o biblioteca, te serviría para cambiar quizás en algo tu manera de ver la tesis de la eliminación de libertades personales. Lo que sucede es que, te repito, a veces ponemos la valla muy bajita. Lo que falta, es liberación mental y praxis. ¿Cómo conseguirlo? Eso nos toca a nosotros...

      Obvio que no hay mucha diferencia entre lo que planteo y el proyecto del 59. Hablaba de regresar allí y tener toda la capacidad para encaramar a los entes encargados de llevarlo a cabo en una ola que pretenda ser más correcta y que le lleve a mejor cauce. Pero teniendo en cuenta por mi parte los saberes siguientes:

      1) la soberanía y las conquistas sociales alcanzadas forman parte ya del ideario cubano, de la acumulación cultural, 2) si regresamos al capitalismo todo lo que hemos ganado entre todos será expoliado por una minoría...

      Algo más, no he dicho que sea un revolucionario. El serlo tiene que venir aparejado con la práctica efectiva y consciente de tu pensamiento. Esa es la que te "delata" al final... Y el curso de Universidad para Todos, lo veo, recoge desviaciones, y puede servir, si viste el del miércoles 14 de Noviembre, que fue una introducción a la segunda parte, para garantizarte que el tema de las libertades personales no andan tan mal. El ser revolucionario tiene que partir en un primer momento hoy, a mi juicio, de concienciar a la masa en qué es serlo (guía teórica en el post), por qué, para asegurar su participación. No con todos, pero al menos con muchos. Solo te ahogas.

      Sobre la "supuesta" revolución de 1959, no fue un supuesto, fue una realidad, después se sucedieron los errores en efecto dominó y el proceso revolucionario se detuvo, pero en su momento fue una revolución, la campaña de alfabetización, por ejemplo, es un ejemplo de su carácter revolucionario, de su herejía se pueden sacar muchos ejemplos...

      Eliminar

Es de sumo interés contar con su opinión.