Hace algunos días conversaba con un amigo sobre la cobertura que la
Televisión Cubana hace de la postemporada del béisbol de las
Grandes Ligas (Major League Baseball, en inglés). Por cierto,
no son las “llamadas” Grandes Ligas, como se acostumbra a
denominarlas con tendencia al descrédito, son las Grandes Ligas.
Tampoco existen Grandes Ligas en Japón, sino el Béisbol Profesional
Japonés (Nippon Professional Baseball,
en inglés).
De un modo grosero, sin explicación alguna, se escamotearon aquellos
partidos (o jugadas si hablamos de “top ten plays”) cuando
de participación cubana se trató. Quiero establecer que fui de
aquellos que deseaba que atletas como Aroldis Chapman abandonaran el
país y se probaran en las Grandes Ligas. Pero una persona que estimo
en grado mayúsculo me dio una lección que no olvido y que pasaba
por su experiencia personal: levantarse a las cinco de la mañana de
lunes a sábado, participar en la construcción de obras de interés
para la Industria del Níquel y seguir batallando, años y años, sin
exigir por ello prebendas ni deseando salir del país para cobrar lo
que cualquier ingeniero en el exterior. Una breve digresión:
entiendo que ese modus vivendi hoy resulta decimonónico en
Cuba, que la generación de los “comecandela” está
extinguida o en peligro de extinción. Viendo en Telesur las batallas
de los maestros en Río de Janeiro por mejores dividendos económicos,
un cartel me resultó muy aleccionador también en ese sentido: “Un
maestro vale más que Neymar”. Afortunadamente uno va
encontrando más dimensiones para analizar ciertos temas. Hoy me
aparto de aquellas ideas tan antirrevolucionarias y antisocialistas,
y me gustaría que esos atletas que han decidido dejarlo todo por un
futuro promisorio en lo estrictamente material estuvieran aún aquí,
regalándole sus batazos y rectas, sus derechas y ganchos, sus saltos
y carreras fantásticas, sus remates y bloqueos, a la gente que sigue
batallando y construyendo (aún sin la democracia anhelada) ese
“reino del todavía”, donde no tenga espacio la dominación,
viviendo diferente y tratando de trascender como sociedad.
Sin embargo, hay que avanzar y sacudirnos de ideas y modos de
accionar que no caben en el presente. Esos atletas así lo quisieron.
Al final, no es tan complejo. Es su vida y se decidieron por los
millones. Ni siquiera las últimas modificaciones al régimen
salarial de los deportistas en Cuba podrá tapar el “salidero”.
Matemática pura y ya está. Cuba es un país que, lamentablemente,
se ha desideologizado. La corriente del apoliticismo se ha instaurado
con fuerza en nuestro día a día (lo que existe es farándula
política, sin profundidad teórica o analítica). Tengamos claro que
si muchos tuvieran la oportunidad de ganar no millones, acaso unos
cientos de miles ejerciendo sus profesiones en otro lugar, de muy
buena gana abandonarían también el barco. En lugar de criticar las acciones,
debíamos preguntarnos si el pensamiento económico que tanto se está
encumbrando no genera en cambio más individualismo en la gente. Se
van deshaciendo amarras pero, como apunta un sociólogo, “hay
que tener cuidado con los actores del proceso”.
Ahora, la TV cubana (me enfoco para el análisis en la Redacción
Deportiva), ¿es Nuestra? ¿Quién la dirige? ¿Quiénes proponen las
políticas de programación? ¿Quiénes la validan? Como diría un notable intelectual cubano que
referencio más adelante, “faltan más preguntas”. De las tres
últimas no tengo respuesta concreta, pero sí puedo desde
mi perspectiva, establecer un NO rotundo para la primera (aunque se
ha avanzado, y mucho, en acercarla a lo que deseamos). Si fuera
nuestra...
1- Hace mucho tiempo que se estaría transmitiendo béisbol de
Grandes Ligas.
2- Tendríamos la oportunidad de visualizar béisbol de Grandes Ligas
en vivo, como sucede con el fútbol.
3- Los jugadores cubanos (Chapman, Puig, Céspedes, Viciedo, Alexei
Ramírez) no faltarían en la programación.
En las transmisiones de postemporada de Grandes Ligas por la TV
cubana ha existido manipulación, así, en limpio. Aquellos que
desconocen qué fase se está jugando, qué equipos intervienen,
quiénes los conforman, no lograrán determinar los intereses que
intervienen en la selección de los partidos, selección que, por
cierto, juega a la suerte, y un poco que a ser anticubana (a mi
juicio) en sus claves. Somos más víctimas que privilegiados
televidentes: ¿por qué fue Cardinals versus Pirates la serie
divisional que se visualizó?, ¿por qué la Serie de Campeonato
entre Red Sox y Tigers?
¿Por qué es muy posible que veamos todos los partidos de World
Series?
Obvio que hay temas neurálgicos de
fondo, que debemos traer al análisis. Un amigo me comentaba un punto
de vista importante: ¿cómo darle promoción a la liga que te está
robando los atletas? Ya la Televisión Cubana no tiene ese dilema, se
lo saltó, no obstante deseo apuntar algunas ideas:
- MLB se supedita a una política
absurda definida en Washington. Es la OFAC el organismo que
desbloquea para que MLB pueda tratar con un pelotero cubano.
- A veces ponemos MLB en lugar de
agentes interesados y hábiles manipuladores, cazatalentos espurios,
contrarrevolucionarios...
- MLB no es una organización tonta, si tiene la oportunidad de
contratar a un pelotero cubano lo hará, porque este por lo general
tiene talento para brillar.
Mas, volviendo a la TV cubana, su
gran dilema es: ¿promociono a los atletas que abandonaron la isla?
Ahí volvemos a la idea de que la programación deportiva de la TV
cubana no debe ser conformada como hasta hoy, con seres alados
disponiendo qué podemos ver y qué no (lo que más enerva es que no
dan la cara), y lo mismo aplica para la difusión de información en
el resto del universo de medios (por ejemplo, el enfermo hábito de
discriminar al momento de informar los artistas cubanos nominados a
los Grammy en la prensa escrita). No somos más fuertes cuando
censuramos, al contrario, muestra flaquezas y falta de argumentos
para combatir, si lo merecen, otras ideas, otras maneras de actuar.
Es además, leyendo a Fernando Martínez Heredia, un comportamiento
dogmático “satanizar
y tratar de prohibir el conocimiento o la simple información de todo
lo que se considere perjudicial o maligno, que suele ser todo lo que
no se califica de bueno (por
el poder)”.
Lo único que salva el robo de
atletas es una conciencia socialista que en Cuba se ha dejado de
crear, junto a una mayor democracia. Citemos in extenso a Fernando:
“... la correspondencia de las ideas rectoras con el
nivel que alcanza la reproducción de la vida social es totalmente
insuficiente en la transición socialista, porque ella es un proceso
intencional que está obligado a irse por encima de sus condiciones
materiales de existencia... Las escaseces y dificultades (de
la transición cubana hoy) son tan graves que serían
insalvables si no se ponen en marcha nuevos medios de desplegar la
superioridad de las personas”.
Crear esa conciencia no le toca a la
Redacción Deportiva de la TV cubana (¿o sí?), pero privarnos de
visualizar un evento porque hubo quien no la entendió y ahora se
luce allí, para mí también está fuera de lugar. El futuro
de la Redacción Deportiva de la TV cubana debe tender a la asepsia,
la inmediatez, la transparencia, la cara siempre de frente al pueblo,
con la verdad. TV sin trampa.
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